Corrí cien metros y se alejaron cien metros
Corrí doscientos metros y se alejaron doscientos metros
Como el horizonte, eran inalcanzables…
Entonces… ¿para qué sirven los sueños?
Para eso, para seguir corriendo…
Versión libre de “Utopía” – Eduardo Galeano
Muchos creemos que –en casi todos los órdenes de la vida– lograr lo que se desea, es una cuestión de actitud. No importa lo difícil del objetivo, ni los obstáculos que puedan ir surgiendo. Si conseguimos eliminar de nuestro esquema de creencias todos los “No puedo”, y reemplazarlos por “Lo voy a intentar tantas veces como sea necesario”, el éxito está asegurado. Es más, como en el Ítaca de Kavafis, muchas veces termina cobrando más relevancia el trayecto realizado, que el puntual arribo a la meta.
Esta es la esencia que anima cualquier práctica atlética: la voluntad de realizar un trabajo personal, que permita ir mejorando el rendimiento, en una disciplina determinada (correr, nadar, saltar, andar en bicicleta…) Nadie puede hacerlo por otro, es una tarea individual. Pero compartir este esfuerzo con un grupo, coincidente en las actitudes y objetivos, hace que el tiempo dedicado a esto, sea netamente placentero y que, por lo tanto, resulte mucho más sencillo la obtención de logros (algunos de los cuales serían inimaginables, en el comienzo del camino). A continuación, una experiencia que se está llevando adelante en las cercanías de este sensible Castelar.
Lugar: colectora del Acceso Oeste, mano hacia Moreno, a unos mil metros de Martín Fierro.
Son las 07:40 de un domingo cualquiera. Bueno… cualquiera… no. Llueve, la temperatura es de 10ºC, la sensación térmica es 3ºC, y el viento hace que las gotitas que pegan en la cara parezcan alfileres. La colectora está desierta, si no fuera por un grupo de personas que parecen ser los dueños del asfalto. Cada tanto se observa el paso de algún eventual vehículo, cuyos ocupantes inevitablemente se quedan observando por la ventanilla trasera, con un interrogante dibujado en sus rostros. ¿Qué hace este grupo de locos, un domingo casi de madrugada, con estas inclemencias, corriendo por la colectora?
De haber podido responder, los integrantes del grupo les hubieran dicho: En los próximos meses participaremos de varias competencias (los 42K de Buenos Aires, los 28K de Pinamar, los 97K del Cruce de los Andes…) y nos estamos entrenando, de acuerdo al plan que fijó nuestro entrenador. No nos preocupa el mal tiempo, ya estamos acostumbrados y, además, durante las competencias es posible que tengamos condiciones peores.
Pero eso sería sólo una parte de la motivación, la parte “visible” o evidente.
En los inicios, cada uno de los corredores también se planteó, en algún momento, la misma pregunta “¿Qué hago acá, corriendo con este frío/calor/lluvia?”. Quizás para muchos la respuesta no apareció tan claramente. “Me gusta competir; en especial conmigo mismo” “Quiero estar mejor físicamente” “Correr es un placer” “Es bueno para la salud” “Quiero bajar de peso”. Mientras que otros, saltando la barrera del inconsciente, lo entendieron con claridad: “No quiero que mis sueños me ganen la carrera: Corro para alcanzar mis sueños”.
Filosofía en Zapatillas
Seguramente, para muchos, esta respuesta debe generar muchas más preguntas que, indefectiblemente, van a llevar a cuestionamientos de base:
¿Es la única manera de alcanzar los sueños?
Alcanzar los sueños, ¿depende solamente de uno mismo?
En este mundo, tal como está, ¿los sueños no resultan ser un contrapeso?
¿Para qué sirve hoy, tener sueños?
Las respuestas a estas preguntas esenciales son muy personales, pero también es probable que coincidamos en más de una. A través de este espacio de comunicación nos gustaría compartir la actitud que nos anima a convertir cada dificultad, cada obstáculo, en un desafío.
Algo que no se consigue solamente practicando cualquier deporte. Lo que sucede es que a través de ellos nos resulta más sencillo visualizar las actitudes que tenemos respecto a la vida, entendiendo que nada, referente a lo humano, es simple o lineal. Existen personas que no practican deportes y tienen una excelente actitud de lucha frente a las adversidades, y en contraposición, existen deportistas que se derrumban ante la menor dificultad en sus vidas.
Hecha esta salvedad, me gustaría presentarte al Nike Running Team de Castelar, integrado por unas cien personas, varones, mujeres, entre 20 y 63 años, emplead@s, profesionales, empresari@s, estudiantes, amas de casa, jubilados… Es decir, gente “común” que, además de sus actividades principales, encontró la forma de hacerse un tiempo para sí, y para disfrutar de esta práctica, grupalmente.
¿Qué hace que un grupo de personas tenga este nivel de compromiso, para llevar adelante actividades tan exigentes, como la del Running? Normalmente hacen falta dos factores: que la actividad sea o forme parte-de una Pasión; y contar con un Referente que interprete y conduzca eficazmente ese grupo; a quien habitualmente identificamos como un Líder.
En este caso, la pasión puede ser “simplemente” correr, con las consecuencias que implica: generación de endorfinas, sensación de libertad, potencia, autoestima… Pero también se juegan otros valores que tienen que ver con la identidad, la competencia, la superación, la participación…
Para el grupo mencionado aquí arriba el referente es su entrenador, Sergio Larrosa, profesor de educación física, entrenador de running, personal trainer, profesor de spinning… en síntesis, una persona preparada con solvencia para la tarea que propone, pero fundamentalmente alguien sumamente querido por todos los que se acercan a trabajar con él.
Volvamos al grupo, a sus integrantes y a las actividades que desarrollan. Los días de entrenamiento son los martes y jueves de 8 a 10 y los lunes, miércoles y viernes, de 19:30 a 21:30; el punto de encuentro es un gimnasio cercano a la estación de Castelar o el estacionamiento de un conocido restaurante de Parque Leloir. Además, los domingos, a partir de las 07:30, varios grupos salen desde ese lugar de Parque Leloir, a cumplir con las pautas que dejó Sergio para el fin de semana. A este último trabajo, se lo denomina “Fondo”, porque normalmente implica recorridos de larga distancia (entre 10 y 30 Km).
A lo largo del año, el conjunto de actividades está apuntado a la preparación para competencias concretas (28K Merrell Tandil, 10K Fiestas Mayas, 28K Merrell Iguazú, 10K Human Race, etc.). Hay una excepción: en octubre se realiza el maratón de Bs As (42K), una de las competencias emblemáticas de la disciplina. Correr 42 K no es sencillo y no lo consigue cualquier corredor. Es la competencia por excelencia y, por ese motivo, los que desean intentarlo, dedican gran parte del año a prepararla, en forma independiente y paralela al entrenamiento para las demás carreras. Para completar con éxito esta prueba es muy importante la actitud del atleta. Es una carrera que, al decir de los que saben, se corre con las piernas y se gana con la cabeza, y donde “ganar” significa llegar. Es un ejemplo perfecto para mostrar que, si bien se realiza individualmente, el contar con un buen grupo resulta esencial, tanto en los entrenamientos, como durante la misma competición.
Quien haya presenciado la llegada de estos corredores, y no conozca los detalles, de ninguna manera imaginaría que detrás de ese rostro cansado, pero feliz, se esconde una lista enorme de nombres y agradecimientos. Para muchos de los que vieron esta competencia por TV, el que 3685 personas hayan recorrido 42K en un promedio de 4hs (el más rápido lo hizo en 2h 13’ y el más lento en 6h) puede haber resultado algo interesante, mágico, natural o… anecdótico. Los medios (en especial la TV) nos bombardea con tanta cantidad de información que rara vez nos detenemos a “mirar” más allá de lo que nos dan ya digerido. Ese imaginario que vamos construyendo no nos permite percibir que en esas casi cuatro mil personas se incluyeron varios vecinos de tu zona; esas señoras o esos señores que cada tanto te cruzás en el súper, quienes con paciencia y perseverancia, durante meses estuvieron robando horas al descanso y a la comodidad, mientras se preparaban para alcanzar su sueño: correr 42 kilómetros.
Lo mejor fue que no les resultó un sacrificio, sino que disfrutaron de cada kilómetro de entrenamiento en las condiciones más adversas basados en el aliento que se multiplicaba desde la conciencia de ser equipo.
Y eso no es nada. ¿Y si te dijera que unos meses después, formaron parte de uno de los grupos que hicieron el Cruce de los Andes? Casi 100K, en tres jornadas de 4 a 8 hs, cruzando ríos y bosques, subiendo montañas, bajando de las cuestas a todo lo que dan las piernas…
¿Pensabas que los que van a ese tipo de competencias son atletas profesionales, que viven del deporte? Pues, si es así, lamento decepcionarte. Cualquiera lo puede hacer. Cualquiera que decida no seguir postergando algo que desea conseguir, y que está dispuesto a poner todo su corazón para obtenerlo. Esto es así para el deporte y para casi todos los órdenes de la vida.
Pedro Lorenzo Hernández
uno de esos locos que corren