El 16 de Febrero del 2010 había amanecido gris.
La calle Santa María de Oro a la altura donde nacen sus tres miles no lograba sacudirse la modorra mañanera que le regalaban las vacaciones de los chicos del barrio.
Pocos autos; pocos perros; y una cruz enorme que de pronto comenzó a enderezarse sobre la torre encofrada: la iglesia de Fátima crecía hacia el cielo…
Testigo casual y agradecida de tamaño hecho barrial histórico; Castelar Sensible publica esta Buena Nueva con la esperanza de que se multipliquen las miradas disponibles a descubrirlas allí donde se presenten. Y se compartan.
Cuenta la leyenda que circula de boca en boca que en la década del 60 la familia Fernández, que vivía en la calle Río de Janeiro de Castelar Sur, de origen portugués y devota de la virgen del Fátima; le pidió al padre Johny, -sacerdote de la iglesia de Pompeya-, que se acercara hasta su casa a oficiar una misa semanal para quienes no tenían posibilidades de llegar hasta “el centro” de Castelar. (Todavía puede apreciarse aquel garage pionero)
Un tiempo después los sacerdotes lograron adquirir el terreno de enfrente y como el barrio demandaba una escuela, comenzaron a edificar la misma a partir de un bloquecito de cuatro aulas y un hall pequeño adonde mudaron sus misas. Luego construyeron una capillita, donde hoy se encuentra el sector de baños del colegio.
Podría describir un sueño Padre Hernán?
“ Y… ver la iglesia terminada; pero sobre todo ver a la comunidad fortalecida en torno de este proyecto.
La “Iglesia Grande” quiere simbolizar el espacio disponible para que sean muchos los que vengan a unirse a esta propuesta espiritual. De nada sirve la iglesia grande si está vacia…
Me gusta pensarla como un proyecto del barrio; hay mucha gente que quiere que esto se concrete. Después veremos. Seguiremos caminando…”
Durante el período en que el padre Vivian – en estos días párroco de la iglesia de Suipacha- fue representante legal del colegio, movió muchos recursos y sus contactos en Irlanda hasta lograr la construcción del salón grande que ha funcionado a partir de su nacimiento y hasta dentro de muy poquito tiempo; como “la Iglesia” del barrio. Aunque en realidad recién desde hace 10 años fue nombrada como Parroquia por Monseñor Justo Laguna, y desde entonces es administrativamente independiente. Zeballos hacia el norte corresponde ahora a la parroquia de Pompeya y hacia el sur, a Fátima.
Cuando el padre Jonhy fue trasladado a otra parroquia, llegó el padre Hernán para hacerse cargo de las misas; y también estuvo el padre Antonio (ver “El descanso…), quien oficiaba misas carismáticas.
Se Puede…
Cuando el padre Hernán Ustariz (ver “Por tus obras…) se hizo cargo de la parroquia abrazó con fuerza el mismo sueño que venían gestando algunos integrantes de la comunidad: lograr la construcción del Templo Grande; “acompañé a quienes querían esto”- explica él con humildad.
Es el mismo padre Hernán quien recuerda que corría 1995 cuando el señor Raúl llegaba cada día para abrir la iglesia chiquita a quien deseara pasar a rezar; y en el 96 don Héctor Gianatasio y don Juan Carlos Tobar armaron una secretaría organizada para atender a los vecinos. La sacristana era la señora Irma Soria quien arreglaba los detalles para cada misa y se ocupaba de las flores
Desde ellos y algunas otras familias surgió la comisión Pro Templo, dedicada durante años a realizar rifas, eventos y muchísimas actividades con el fin de juntar todo lo necesario para ver ese proyecto convertido en realidad.
Algo muy lindo para destacar es que no sólo consiguieron dinero, sino el compromiso de personas que donaron su saber, tiempos, esfuerzo, mano de obra y voluntad con el único interés de aportar a una obra que invita a la celebración espiritual entre todos los que deseen acercarse.
Uno de los seres que se puso al servicio de esta causa es el arquitecto Pedro Martínez Sayé. Su idea fue elegida tras un concurso que planteaba el aprovechamiento de la loza original como base de la construcción por venir.
Martínez Sayé había sido alumno del Colegio San José de Morón, pero entonces los colegios no tenían formados grupos juveniles y él se sumó desde el año 1975 – tenía 15 años- al grupo juvenil y pastoral de los padres Palotinos de la iglesia Pompeya de Castelar.
Hoy confiesa que siente una especie de orgullo y un enorme aprendizaje al estar dirigiendo esta obra: “Aquí me adentré en los conceptos de la arquitectura religiosa. Me enseñaron lo que hay que tener en cuenta al construir un altar; las hornacinas para las imágenes; la ubicación del sagrario, etc.
Cada cosa tiene un sentido que se describe en la reglamentación litúrgica y fue muy intenso para mí el ir descubriendo ese campo. Además de la emoción de comprobar que algunas cosas que habíamos realizado por intuición, estaban bien…”-
El plan inicial era poder inaugurar el templo parroquial nuevo parala Fiestadela Virgendel Fátima, que es en Mayo; pero no llegarán.
Esperan poder concretarlo para el Aniversario de la creación dela Parroquiaque será en Noviembre.
La casa se agranda
Cuando esto ocurra el espacio donde se ofician las misas en la actualidad quedará como salón disponible para distintos eventos, tanto sociales como culturales.
En sus aulas contiguas seguirán dando clases de Catequesis y Apoyo Escolar Gratuito para todo niño de la zona que lo necesite, cuyo único requisito para recibir ayuda docente y merienda es demostrar que está efectivamente escolarizado.
Continuarán con su servicio de Cáritas que entrega bolsas de comida a mas de noventa familias que se acercan a retirarlas mensualmente. Y por supuesto desean que se potencie el crecimiento del Grupo juvenil, tanto de quienes participan del Coro como los que están a cargo de organizar Retiros y mantener comunicación fluida con otras parroquias.
El descanso del Padre Antonio
Hace algunos años, viviendo en Rawson el padre Antonio llegó de visita a la iglesia Fátima y, mientras caminaba sobre una pequeña porción del jardín, anunció que el día que su alma dejara esta tierra; él se sentiría feliz de que sus restos descansaran allí…
Deseo que le fue concedido hace tres años cuando fue enterrado en ese lugar exacto tras un homenaje surgido desde el cariñoso recuerdo de la gente del barrio. Esa gente agradecida para siempre por tantos gestos luminosos que el querido padre Antonio les había dedicado.
“Por tus obras te conocerán”
El padre Hernán es la clase de personas que no le temen a las metas grandes. Cuentan quienes lo conocen que cuando él se propone algo siempre halla el modo de llevarlo adelante.
Y ese modo puede incluir encontrarlo en medio de la polvareda charlando con los obreros mientras atiende al señor que llega para pasar un presupuesto para el campanario; o golpeando fierros hasta sacarles formas hermosas. Así lo hizo cuando creó con sus manos la pérgola del cinerario; las lámparas y las figuras del vía crucis que están en el Oratorio, la urna de la base del altar que guarda la reliquia del santo Palotti; y tantas otras artesanías que transmiten su amor por el lugar.