Hay un lugar donde se practica cada día el respeto por las diferencias y se anima a cada Ser a descubrir sus propios recursos para andar la vida. En esta nota nos asomamos a la cotidianeidad de personas muy especiales…
“…Por qué caerse y entregar las alas, por qué rendirse y manotear las ruinas. Si es el dolor, al fin, quien nos iguala y la esperanza quien nos ilumina”. Así reflexionaba César Isella desde su maravilloso himno a la fortaleza espiritual titulado “Levántate y Canta”. Y así lo vienen practicando desde hace 22 años Juan Carlos y Silvia Badano, vecinos de Castelar –viven en Almafuerte entre Monteverde y Martín Irigoyen, son padres de dos hijos y abuelos de tres nietos–; uno de los matrimonios que en año 1988 fundaron P.A.DI.M.M (Padres Amigos del Discapacitado Mental de Morón), asociación con personería jurídica, entidad de bien público sin fines de lucro.
“Atravesamos una lucha tremenda para lograr que Pablo (40 años en la actualidad) fuera aceptado en un jardín de infantes común teniendo discapacidad mental; pero finalmente lo conseguimos. De allí pasó a la escuela de educación especial 502 donde terminó la primaria y comenzó la escuela laboral. “Podía haber permanecido allí hasta los 35 años, pero no lo consideramos una opción adecuada”, relata Juan Carlos quien pone cuerpo y alma como presidente de la institución gestada para ofrecer un lugar de aprendizaje y trabajo a jóvenes con capacidades mentales y/o físicas diferentes.
Desde su experiencia Juan Carlos dice “conocer la otra cara de la Luna”. Porque distingue de lejos las miradas de quienes, desde el desconocimiento, se comportan frente a los discapacitados como si fueran contagiosos y es testigo de la altísima sensibilidad de estos jóvenes que intuyen –vaya a saber con qué mecanismo sutil– a quienes ofrendar sus abrazos y sonrisas, y a quienes no.
El objetivo más alto de PADIMM es dar herramientas a los hombres y mujeres con características especiales para que puedan sortear el obstáculo de la discriminación y prepararse para que, cuando por la ley de la vida queden solos, tengan un espacio para vivir y desarrollarse.
“Fue la directora de la 502 –Nancy Collaso– quien nos entusiasmó con la idea de armar los Talleres Protegidos. Desde la cooperadora de entonces hicimos un estudio de mercado en el partido para ver en qué oficios podíamos preparar a nuestros jóvenes para que fueran contratados y qué artículos de los que precisa la comunidad podían hacer ellos.
Los primeros encuentros auto convocados por el grupo de padres para darle forma al proyecto los hacíamos en la calle. Luego nos reuníamos en alguna casa hasta que el Taller comenzó a funcionar en las instalaciones cedidas por la Sociedad Israelita del Oeste sita en la cale Rauch 939.
En 1991, tras grandes esfuerzos de varias entidades y particulares con voluntad de servicio, se obtuvo el propio espacio que se encuentra en Colón 849 donde actualmente asisten 15 jóvenes de lunes a viernes de 8 a 17hs. quienes reciben desayuno, almuerzo y merienda. En el lugar realizan trabajos de producción (fabricación de bolsas de polietileno, guantes descartables, sobres de papel de varias medidas para uso comercial, clasificación y compresión de papel, cartón, botellas, etc.) supervisados por una Terapista Ocupacional y una coordinadora general. En Marzo del 2001 lograron comprar una máquina hidráulica para compactar los elementos pre clasificados.
A través de una invitación del municipio de Morón, ellos retiran de las guarderías materno-infantiles de la zona lo que las familias mandan para ser clasificado (papel, plástico, cartón, revistas) y lograron con esto estimular la conciencia sobre el importante rol de cada uno en el cuidado del medio ambiente.
También realizan trabajos para terceros (ensobrados de ganchitos en diferentes cantidades para cortinas tipo Savicor, armado de broches de madera o plástico y autitos de PVC, sellado de etiquetas para frigorífico; etc.), siendo muy eficientes en la dinámica para trabajos en serie.
Además, cuentan con un taller de manualidades en el que crean variedad de artesanías, desde pintado de botellas para venta u obsequios hasta tallados y miniaturas en madera.
Del dinero que cobran por la venta de estos productos se descuentan los costos; queda un porcentaje para el mantenimiento de la institución y el resto se reparte entre los jóvenes trabajadores que suman este dinero al peculio mensual que les otorga la provincia.
“Olvidate del No Puede”
Gerardo (28 años) se expresa sin parar, es lúcido y crítico frente a cualquier tema que se le proponga. Sueña con tener una casa propia para, entre otras cosas, “cenar a la hora que se me antoje y no a las nueve menos veinte como exige mi padre”. Este muchacho que hace unos días no paraba de llorar de emoción con el llamado de su prima que vive en Inglaterra a la que no veía desde sus tres años; que dice disfrutar de sus sobrinos y de comprarse las zapatillas con la plata que gana con su trabajo, “no hablaba cuando era chiquito” cuenta su adorable mamá Beatriz Salamanca quien también es madre de un hijo casado que la hizo abuela y de dos hijos que están en el cielo.
Mamá Beatriz define su rol en PADIMM como el de la muchachita Puloiol (limpia, hace las compras, pela las papas, cocina, se sienta, mima, charla…) pero además es vicepresidenta de esta institución a la que considera parte de su Familia.
“Todo lo que hicimos para que Gerardo lograra lo que logró se lo debo al buen consejo del Dr. Riza, su pediatra y –aún hoy– médico de cabecera. Él fue quien me dijo que a Gerardo tenía que criarlo más independiente que a cualquier otro chico; que debía erradicar de mi mirada y vocabulario el “No Puede”. Me costó muchísimo pero me hacía la distraída cuando se caía intentando caminar; no lo perseguía aunque me dieran dolor de estómago los sustos que me pegaba.
Desde chiquito lo metí en el medio de todo; nunca dije esto no. Él iba a los cumpleaños de quien lo invitara y se hacía amigos sin problema. A partir de los siete años asistió a una fundación en Caballito donde lo súper estimularon y a la que sigue yendo cuando organizan campamentos, por ejemplo.
Así se integró con todo el mundo y hoy es una maravilla. Tiene una memoria impresionante; nada olímpico –a los dos años, cuando dejó el último pañal, ya lo llevaba al natatorio de Haedo aunque yo me comía las uñas de verlo. No te digo cuando se tiró del trampolín–; y como se mete con todos los temas sin maldad pero también sin filtro, a veces te deja pagando con sus observaciones filosas. Yo le entregué miles de horas a su crecimiento aunque muchos me decían que no tenía sentido el esfuerzo. Charlé cada tema, le expliqué que hay que decir la verdad y que todos somos iguales; lo animé a salir a la vida; yo no quise a mi hijo metido adentro de un frasco. Siempre le transmití buena onda y aquí está el resultado; hoy soy feliz de verlo así”.
Para quienes deseen contactarse con PADIMM para encargarles trabajos, comprarles sus artículos a acercarles residuos inorgánicos, comunicarse al 4489-1168, escribir a: tallerpadimm13.338@hotmail.com o visitarlos personalmente en Colón 849 Morón de lunes a viernes de 8 a 16:30hs.
Daniel y Miguel trabajando en la prensa donde hacen los fardos de botellas plásticas. Esto lo venden a un señor que recupera materiales de descarte que luego vende a empresas Chinas quienes trituran y usan para fabricar tela Polar. Con esa máquina también prensan cartones y papeles que reciben de la gente que ayuda al planeta evitando tirar todo a la basura.
Alberto y Vanesa sellando etiquetas para un frigorífico.
Alberto (33) es de Boca (va a la cancha) e irradia luz desde su mirada. Es el encargado de anotar las comidas que se traen cada uno para que no se mezclen las cosas. Él fue a una escuela común y dice que no piensa en los sueños porque le gusta el presente que “es lo mejor que te puede pasar”.
Vanesa (30) elige comprarse las remeras que le gustan y es la más calladita, pero da unos abrazos…
Susana dibuja los moldes para las bolsas de papel.
Susana (48) Es la más nuevita; comenzó en el taller hace cuatro meses y está feliz. ¿Su sueño? “Aprender a leer y a escribir”.
Juan Carlos cortando bolsas de residuo.
Juan Carlos (51) Es de River y le gusta hacer todas las tareas del taller. Con Gerardo van a Natación al 77.
Pablo embolsando bolsas residuos.
Pablo (40) Embolsa de a diez las bolsas de residuo que les encargan de un geriátrico. Es hincha del Gallo y disfruta mucho viendo los partidos y comiendo choripanes. Hace básquet en el club Deportivo Morón; pileta en el 77 y le gustan las zapatillas más caras!
Héctor pone la mesa
Héctor (44) sabe hacer todas las tareas del taller pero lo que más le gusta es poner la mesa. Fue a distintas escuelas. La cuñada le enseñó a viajar solo y lo hace con Adrián desde San Justo. Le gusta bailar tango, folklore, toca la guitarra y canta las de Sandro y Pimpinella.
Adrián, Gerardo y Roxana armando bolsas de papel.
Adrián Migoni (39) es hijo de la otra familia pionera de PADIMM que sigue asistiendo al Taller, vive en San Justo, viaja solo en colectivo y dice que le gusta limpiar. Su plata la usa para ir a pasear al centro y le gustaría tener su propia casa ¡y un auto!
Roxana es nieta de don Jorge Montini; quien se ocupa actualmente de llevar bien prolijos los números de la entidad, cuenta que le gusta mucho su tarea, le da alegría asistir cada día; con lo que gana se compra por ejemplo pulseras y lo que más ama es pintar cuadros.
Gerardo cuenta que “el 20 de septiembre cumplo 28 años y voy a hacer hamburguesas para festejar con mis amigos de acá. Antes estudié teatro con Ana María Giunta y estuve en otro taller. Empecé a venir a PADIMM para mejorar mi vida. Con mi sueldo me compro remeras, pantalones, zapatillas y colaboro en mi casa. Me encanta que mi hermano tenga salud y los hijos lo amen. Quiero mucho a Silvia y a Juan Carlos que son dos buenas personas”.