Cuando nos casamos teníamos muchos sueños, pero el más grande y verdadero era el de formar una Familia. Pasaron los años y nos considerábamos felices, pero los hijos no venían. Sólo Dios sabe por qué tuvimos que esperar, mas hoy podemos asegurar que esa espera valió la pena.
Cuando finalmente nos anunciaron la llegada de Agus y Flor ninguna otra cosa fue más importante. Nuestra familia había crecido y con ella nuestra alegría. Verlas día a día nos llenaba el alma; tan iguales y tan distintas!
A los tres años de aquel milagro, Dios nos bendijo con la llegada de Nico, el varón. El papá hasta fumó un habano para festejar su nacimiento… Entonces si; La felicidad completa se instaló en nuestro hogar y corazones para siempre.
¿Qué más podemos pedirle a la Vida? ¡Qué sean inmensamente felices! ¡Los amamos profundamente!
Mamá Silvina y Papá Fernando.