Cuando las palabras no alcanzan para expresar emociones, los aromas y colores de las flores preferidas pueden lograr “traducirnos”. En estas líneas nos acercamos a quienes, desde nuestro barrio, logran que esa magia ocurra.
Quercus se inauguró como viverito durante el tremendo 2001. Tras una etapa de duelo familiar y complicaciones económicas; Ariel y Romina –de novios por entonces; ninguna experiencia en el rubro– se asociaron con un florista; vendieron lo poco que tenían disponible y alquilaron el local de Arias y Rodríguez Peña.
Al año de comenzar el emprendimiento las cuentas no daban para todos y la pareja decidió comprar la parte del tercer integrante; en cuotas; en dólares… tracción a “ganas”. Ariel sostuvo desde otro trabajo, Ro descubrió que su carrera de diseñadora gráfica no la inspiraba operando una compu, puso su creatividad al servicio total del negocio y salieron adelante. “Me enamoré de las flores”, reconoce ella y se le nota. Entonces descubrieron la rareza de que en el verano de la plena crisis la gente no se iba de vacaciones pero se daba el gusto de decorar su casa con liliums y gerberas. Y allí estaban ellos para ofrecer las mas bellas; comprobando que la naturaleza dispone de alivio para toda clase de malestares.
Esto es Valor
Al pasar los años el local les quedó chico y consiguieron alquilar también el de al lado. Con sus propuestas se ganaron el merecido reconocimiento de tener “los ramos más lindos, con el sello Quercus”; según comentan muchos clientes, testigos del amor que ponen las chicas mientras terminan un moño con escarpines para un ramo de recién nacido o agregan el globo corazón a la caja de rosas del 14 de Febrero.
“Creo que lo que la gente nos valora es que somos permeables a escuchar e interpretar lo que desean expresar con flores; a través de sus diferentes combinaciones. También aprecian nuestra actitud de renovarnos incorporando papeles con texturas novedosas; armando arreglos clásicos en recipientes modernos y viceversa o proponiendo detalles originales. Y siento que toman en cuenta que somos sinceros; por ejemplo no les vendemos lo que aunque parezca lindo está viejo; o compartimos secretos que hacen a la mayor duración de lo que se llevan. Establecimos un vínculo de Confianza que es nuestro mayor tesoro”.
Con el tiempo se fueron incorporando nuevas empleadas (ver recuadros para conocerlas un poquito más); quienes le aportan a la florería “algo” que la hace única. Esa sensación que nos llevamos junto al ramo elegido: la de sentirnos invitados a la celebración de la vida, que brilla más cuando nos rodeamos de flores frescas y buena gente; como son todos ellos.
“Conformamos un equipo diverso y contento de trabajar juntos: Anita es la más sociable; Euge es la más tímida pero sensible y súper creativa; Julieta –la nuevita– nos aportó su tranquilidad; energía fundamental en momentos caóticos. Ariel es el corajudo que recibe los pedidos y consigue los milagros para que cumplamos las promesas imposibles. Es el del esfuerzo de levantarse a las tres de la mañana para ir al mercado; es la cara menos visible pero su tarea es irremplazable”, enumera la esposa. Y Romi; según sus compañeras “tiene una cabeza increíble; siempre se viene con algo nuevo y nos anima a crear. Ella de la nada hace cosas espectaculares; grandiosas. Y funciona muy bien bajo presión”.
Las cuatro aseguran que las flores les hablan; y que no pueden soportar cuando alguien comenta: “Esta flor es fea”. Son mujeres que quieren su trabajo; Mujeres Mamás a quienes les deseamos ser celebradas como se merecen y les agradecemos todo lo que hacen para mejorar el pedacito de mundo que les toca.
Quercus es el nombre científico de la raíz del roble; el árbol considerado más fuerte. Y algo de enraizar con firmeza se percibe en este matrimonio, hoy padres de Maitena y Quimey de 5 y un año y medio. ¿Su proyecto? “No planificamos a largo plazo; vamos más por “de presente en presente”; pero si vuelo un poquito me gustaría que sigamos siendo una Esquina Florida”, sueña Romi.
Euge es la chica de los peinados especiales y las zapatillas de colores y es la mamá de Julia de cuatro años. Pinta cuadros, macetas, objetos y arma unos ramos maravillosos. Es “la veloz” del grupo; hace todo rapidísimo y bien. “Siempre ando cambiando las cosas de lugar; si no me gusta como combina un florero con el de al lado lo muevo, busco opciones desde el color… Aquí todas pintamos con flores.
Anita tiene 44 años y una hija (Nahiara) de 20. Es prima hermana de la dueña de Quercus y fue la primera en incorporarse al equipo. “Yo estaba pasando un momento dificilísimo personal y empecé a venir dos horas. Armaba ramitos; limpiábamos todos los días las hojitas de cada planta; regábamos sobre lo regado; teníamos hasta un sapito verdadero de tanta agua que había!” Se define segura; sabedora de lo que no quiere. Aprendió que “todo lo que te vaya ocurriendo por algo es; y hay que permitirlo. Tras un accidente muy grave que tuve de chica dejé de pelearme con la vida. Creo que lo mío pasa por tender una mano para que los Otros se conecten con el disfrute cotidiano”. De mamá italiana heredó el amor por el contacto con la tierra, el ser testigo del crecimiento desde la semilla hasta el fruto… “Creo mucho en los pequeños gestos individuales que modifican la realidad. De hecho estoy convencida de que estamos viviendo tiempos de grandes cambios positivos. Me fascina participar de las rondas de mujeres que propician el encuentro de energías sanadoras. Me gustan las “reunidas” entre humanos en general; para compartir miradas y enriquecer la conciencia”.
Julieta es mamá de Paloma de un año y medio y de Marcos de 12. Es periodista y fue clienta del lugar donde hoy atiende. Está súper contenta con su actualidad entre pétalos y compañeras “copadas”. “Acá me saqué la alergia a las flores; la fobia a las abejas y estoy superando el miedo a la escalera”, cuenta muerta de risa. Las chicas me invitaron a mirar cada ramo poniéndome en el lugar del que lo compra; eligiendo los detalles que me gustan. No hay fórmulas, hay compromiso honesto de que cada uno se vaya contento con lo que se lleva.
Para despuntar el vicio de la palabra ella es quien aporta los mensajitos que anotan en un pizarrón “apto para todo el público” y se está transformando en atracción extra para vecinos sensibles.