La conversa cruza la vía, transita el barrio de sur a norte y apila un puñado de recuerdos. Un mundo que contempla fútbol, amigos e historias comunes y corrientes.
Detrás del ventanal las gentes, sus urgencias y sus dudas. Los trenes tocan bocina, los autos les contestan y el día pierde la calma desde temprano.
El noticiero amontona palabras mientras Eduardo lee un libro y toma café con leche. Parece ajeno a la oferta del ventanal pero manya los relatos que convida la calle y luego se derraman en su obra.
“Me interesa contar historias de gente común y corriente y a partir de eso encontrar situaciones fuera de lo común y lo corriente que -creo- es lo que le pasa a cualquiera” describe Sacheri.
Cuando pibe, Eduardo andaba a los revolcones defendiendo el arco de su barriada en Castelar sur y precisa “jugábamos en la calle Guido y Spano porque no teníamos potrero; éramos forasteros en lo que llamábamos la canchita de Buchardo, entre Máximo Paz y Bahía Blanca, de la vereda de la vía”.
Aquel barrio empezaba en la esquina de Guido y Spano y Blanco Encalada y se reducía a las cuatro cuadras que daban a esa ochava.
Sus recuerdos se remontan “a los amigos, los vecinos, las casas con nombre y apellido; uno sabía quién las habitaba tuvieran o no hijos” y añade “mi infancia está ligada a una infancia mas de pueblo que de ciudad”.
Lastimaduras e ingratitudes pusieron fin a sus días como cancerbero. Eduardo decidió casarse, mudarse, volverse centrojás y escritor. “Mi carrera se inicia en Ituzaingó pero, sin dudas, se nutre de todo lo que viví en Castelar”.
Sus textos asomaron tímidamente el pescuezo gracias al fútbol que jugaba y soñaba de purrete. Los cuentos de Sacheri trepaban a los paravalanchas y se transformaban en clamoreo de tribuna.
La pregunta de sus ojos -su primera novela, editada en 2005- provocó que el director Juan José Campanella la llevase al cine como El secreto de sus ojos.
El tipo que sabe de fútbol procesa distinto el fútbol, no te nutrís de la victoria sí de la pertenencia”.
Lo que sobrevino a esa fiebre se llama Papeles en el viento y fue publicada en Agosto pasado. Quizá su último trabajo sea el que cobije más paisajes castelarenses.
El año pasado la película obtuvo el Oscar aunque Eduardo destaca “me parece mucho más fuerte que la hayan visto dos millones y medio de personas que haber ganado el Oscar, que está buenísimo”.
Por el estruendo provocado por la novela y el filme después, Eduardo buscó refugio en los arrabales que mejor conoce. “Quise volver a la cotidianeidad de mi mundo, a los hilos centrales de lo que quería contar; por eso escribí una historia chiquita, doméstica y bien de acá que no resonara en nada a La pregunta de sus ojos sentencia Sacheri.
Lo que te pasa con los libros es que cuanto más conocidos se hacen más se alejan de vos porque se dispersan”.
“El libro se sitúa en Castelar porque sus protagonistas se criaron y siguen viviendo por acá” y agrega “uno tiene un lavadero de autos en la calle Mitre, otro es profesor de lengua y pongamos que da clases en Pontevedra”.
Además este cuarteto de amigos es hincha de Independiente al igual que él. “Como los personajes están muy en la mala y sienten a su cuadro en la mala creo estar autorizado; hablan de Independiente desde el pasado, al que les gustaría volver, y la nostalgia”.
Cuando voy al interior de la provincia mucha gente piensa que me crié en un pueblo del interior y no en el conurbano”.
En este fútbol, poblado de charlatanes y canallas, los protagonistas de Papeles en el viento deben vender a un goleador que se quedó sin goles. “Son cuatro pelotudos frente a un fútbol que no entienden porque están de este lado del fútbol y quedan inmersos del otro lado” grafica el autor e invita necesariamente a la lectura.
Eduardo es futbolero -acaso, antes que docente y escritor- ; sus textos y sus declaraciones lo avalan. “El fútbol se fue corrompiendo y farandulizando, entonces recreemos, soñemos, hablemos de otro fútbol, que no se ve en televisión y es el que existe cuando jugas con tus amigos y nace de vos” define lapidario.
No quedaba más por decir y el martes aún tenía lagañas. Sacheri se mezcla entre las dudas y las urgencias de las gentes y puede que después sean historias.
Sacheri Básico
Eduardo es de Castelar, de Independiente, profesor y licenciado en Historia. Ejerce la docencia en la universidad y la escuela secundaria aunque confiese “cada vez mi vida es más otra cosa: los libros, los viajes, las entrevistas, los guiones”.
Escritor a diario y centrojás cada sábado; su obra alinea los cuentos: Esperándolo a Tito (2000), Te conozco Mendizábal (2001), Lo raro empezó después (2004), Un viejo que se pone de pie (2007) y las novelas La pregunta de sus ojos, Aráoz y la verdad (2008) -que fue adaptada al teatro, interpretada por Luis Brandoni y Diego Peretti- y la reciente, Papeles en el viento.
Colabora mensualmente en la revista El Gráfico; futbolero de ley, conoce casi todas las canchas -juegue o no su cuadro- pero ninguna se parece a la canchita de Buchardo aún siendo forastero.
Fotos: Carina Felice.